Sopa castellana

Sopa castellana

La sopa castellana es sin duda La Joya de la cocina de aprovechamiento. No sé quien sería el genio al que se le ocurrió. Pero mezclar unos cachos de pan duro, con ajo, pimentón y otros restos secos de la despensa para conseguir este platazo merece todos mis oles. Es una sopa muy fácil de hacer, rápida, barata y el resultado es asombroso. Comida de labradores y pastores a la altura de cualquier exquisito paladar.

El ajo ya se consumía en Egipto hace cinco mil años y se usaba con fines medicinales. Galeno, en el imperio romano, se refería al ajo como “El curalotodo” y lo recomendaba a los gladiadores sus consumo diario por sus propiedades reconstituyentes. Quizás sea el alimento vegetal mas nombrado en la literatura por sus propiedades medicinales. Históricamente puede que el ajo sea el único ingrediente compartido por todas las religiones y cocinas de España. Actualmente es típico de la Cuaresma y entre los cofrades para reponerse de una larga procesión.

Una curiosidad para los del taller de lectura: Alejandro Dumas, dramaturgo y novelista, fue un gran embajador de las sopas de ajo llevándolas a Francia. En el clásico de Cervantes, Don Quijote advierte a su escudero Sancho “No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería” De hecho, el aceite de oliva, el ajo y el pan son las materias primas de “el hombre de La Mancha”.

Si crees que este plato es muy pesado o incluso indigesto para tí no te preocupes. La receta que traigo hoy es mucho más ligera e igual de deliciosa. Antiguamente también era más ligera, no se le añadía tanto embutido como ahora. Además al cocerse el ajo no repite. Una maravilla para los días fríos y húmedos ¿No te parece?

La sopa castellana tenía que tener un monumento en cada plaza, por el hambre que ha quitado y la salud que ha dado.

LA BUENA ALIMENTACIÓN NO TIENE POR QUE SER CARA.

 

1 persona / 12 minutos

Ingredientes

· 1 rebanada de pan integral de centeno duro · 1 diente de ajo · 1 huevo de gallina feliz, ósea Eco · 1 cucharadita de pimentón dulce de la Vera. · 1/2 cucharadita de cúrcuma (opcional) · una pizca de comino · 2-3 vasos de agua · 4 cucharadas de AOVE (aceite de oliva virgen extra) · sal

  • 1 rebanada de pan integral de centeno duro
  • 1 diente de ajo
  • 1 huevo de gallina feliz, ósea Eco
  • 1 cucharadita de pimentón dulce de la Vera.
  • 1/2 cucharadita de cúrcuma (opcional)
  • una pizca de comino
  • 2-3 vasos de agua
  • 4 cucharadas de AOVE (aceite de oliva virgen extra)
  • sal

Corta el pan de hogaza en láminas finas. Si está duro mejor.

Aplasta el diente de ajo, poniendo la parte plana de la hoja del cuchillo sobre el ajo y apoyando en ella tu peso. Descamisa el ajo y córtalo en láminas finas.

En el fondo de una cazuela fríe el ajo hasta que esté dorado. Retíralo del aceite y reserva.

En el mismo aceite fríe el pan. Cuando esté doradito añade las especias y mueve unos segundos. Queremos que el pimentón desprenda sus aromas pero se quema con mucha facilidad. Si se quema, la sopa amargará y no habrá quien lo coma.

Añade el agua, sal, los ajos dorados y deja hervir. Prueba y rectifica de sal. Hierve más o menos en función de lo espesa o caldosa que te guste.

Unos tres minutos antes de que esté lista la sopa añade un huevo al caldo para que se haga escalfado. A mi me pirria romper la yema y mezclarla con cada cucharada de sopa, pero si lo prefieres también puedes removerlo todo rápidamente para que te queden una especie de “fideos” de huevo en el caldo.

Ya tienes tu sopa revitalizante, réminerálizante y supervitaminante.

¡Disfruta de tu extra de energía!

TIPs:

¿Te apetece un puntito más calentito? Usa pimentón picante, o mitad y mitad.

La calidad de tu sopa dependerá en gran medida de la calidad de los ingredientes. Nutricionalmente es siempre mejor un pan integral.

Si usas un pán integral contundente necesitarás más agua y más tiempo de cocción.

El agua se puede sustituir por cualquier caldo que tengas. El de cebolla y apio queda muy rico por ejemplo.

No recomiendo añadirle embutido a no ser que sea casero (sin aditivos) y siempre en una proporción pequeña. El momento de añadirlo es freírlo al principio antes que el pan. Pero sé comedido con la cantidad. Cuanta más grasa animal, más pesada será la digestión. Si quieres un toque de sabor a carne puedes conseguirlo con un buen caldo. Pero estoy segura de que cuando pruebes esta receta no lo echarás en falta el mondongo.

¡Haz tu propia versión! Tradicionalmente la sopa castellana se tomaba como desayuno, almuerzo o cena enriquecida con los productos locales de cada zona. Incluso se les daba a los bebés . Por ejemplo, en la cuenca del río Órbigo (León) se le añade trucha, en Burgos pimienta y en Palencia la famosa “sopa de rastrojo”. Esta se dejaba toda la noche en los rescoldos de la gloria hasta que una tapa de pan formaba un costrón delicioso y la cazuela de barro quedaba sellada como un cofre. ¡¡Uhmm que rico!!

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